Ruby sabía que la escuela era importante, que tenía que poner atención en sus clases y que la opinión de sus profesores podía afectar su futuro de maneras insospechadas. Sabía, también, que siempre convenía empezar con el pie derecho y tratar de dejar de entrada la imagen de una niña aplicada y responsable. Había veces que saber tantas cosas le jugaba en contra, porque la obligaba a hacer tarea por adelantado. Como aquella tarde, que, tras terminar con las clases del día, decidió utilizar para adelantar Herbología. Quería ir más allá de lo que la profesora Sprout podía esperar de ella: quería sorprenderla. No se conformaría con hacer el informe de las características generales de la Luparia: quería darle su descripción propia y detallada al máximo, que la profesora pudiera visualizar exactamente qué planta estaba describiendo. Ahora, ¿cómo hacer eso? No quedaba más opción que ir a buscar un ejemplar en vivo y en directo para poder tomar nota.
Caminó por los terrenos de Hogwarts con un sombrero de ala ancha, porque, si bien estaba nublado, su piel era sensible al sol y no quería arriesgarse más de lo necesario. Llevaba un pergamino, pluma y tinta. Su plan era acercarse al Bosque Prohibido, pero mantener suficiente distancia como para no meterse en problemas pero poder ver con exactitud alguna luparia. Marchaba a paso lento, como si en el fondo quisiera que algo la detuviese o la distrajera.