Las clases ya habían terminado, la copa ya estaba cerrada, y la cabeza del pelirrojo ya estaba pensando en las vacaciones que tendría, irse a algún lugar con River y terminar sin recordar su apellido, y todas esas cosas.
De todas formas, nunca estaba de más ese momento melancólico de fin de curso, donde la mayoría de sus compañeros miraban con caras tristes por las ventanas de las torres o el puente del castillo; el por su parte canalizaba la menancolía de otra manera: con guitarra española en mano y un cuaderno rayado muggle, en el que escribía sus canciones… esa mezcla de felicidad por terminar el curso, de tristeza por los que no volverían, de libertad, era un buen momento para inspirarse y componer, o eventualmente, cantar alguna canción.