Haber recibido una lechuza, en el medio del Gran Comedor, no era para nada alentador. Sobre todo si todo el mundo te estaba mirando. Por suerte, Kassandra no había acudido a mandarle una vociferadora. Ya era mucho.
Sí. La estaba evitando. Desde hacía mil. Tenía mis motivos.
Kassandra era hermosa. Perfección. Pero tenía un corazón muy oscuro. Ella era muy rara. No entendió nunca, JP, por qué el sombrero la había aceptado en Hufflepuff. Quizás.. Quizás.. No.
No podía ser algo tan obsoleto como una opcion entre miles.
JP la conoció en la entrada a la sala común. Ella solía burlarse de todos. No importa de qué curso fuera, si alguien le erraba a la clave musical del día, y se llenaba de vinagre y otras cosas horrendas y olorosas, ella estaba ahí para burlarse. Siempre saltandose todas las normas, y haciendo cualquier cosa, con tal deque a Hufflepuff le descontaran puntos. Parecía enviada del mal, para arruinarle la vida a los puristas, como él.
Para cuando volvió del comedor, la encontró, holgazaneando en un sillón. Toda despatarrada. Tan hermosa, pero tan... Dejada.
"Te vas a morir con la cara arrugada" comentó mientras le tiraba un almohadón en la cara. "Y no de vieja, precisamente." Terminó de hablar, mientras se sentaba en la mesita que estaba justo frente. "Gracias por no acceder a la vociferadora. Ni que fueras mi madre"