Podía verlo ahora.
¿Se acordaría Mike de sus primeros encuentros, allá lejos y hace tiempo? Ollie todavía trabajando en la Corazón, como editor, columnista y esclavo part-time, Mike estudiando para ser Infable y con un empleo de medio tiempo como mecánico de escobas. No se habían cruzado desde el colegio, cuando tampoco se habían hablado demasiado, una tarde en que el taller del Puddlemere United estaba completamente bañado en una luz anaranjada. A Ollie le había gustado tanto la iluminación que había decidido usar el taller como set para la foto del equipo en el ejemplar de septiembre, que se iba a dedicar a los equipos de Quidditch del país. Ollie había pensado que Mike era probablemente homofóbico pero, a la vez, lo suficientemente buenmozo como para tomarle unas polaroids de prueba antes de la sesión del equipo.
No era de sorprenderse que Ollie se fijara en un rubio desagradable con afición al Quidditch, recordemos que nadie estaba más enamorado de Dietrich Stover que Ollie en la secundaria, pero en aquel momento no había tomado dimensión de lo que Mike sería en su vida. Todavía no tenía nada resuelto, tenía cosas más importantes en las que enfocarse que en un tipo que creía que no le daría ni la hora.
Y ahora, que había encontrado aquellas polaroids mientras ordenaba su book de editor de la Corazón, se había encontrado con las fotos de un Mike más joven y menos amoroso con él. Un Mike mañoso y gruñón bañado por la luz cálida del atardecer, que no lo quería como el Mike que conocía. El mismo Mike mañoso y gruñón que se mantenía ceñudo en las polaroids del cumpleaños de su ahijada pero a la vez un Mike diferente, que lo miraba diferente. Un Mike que volvía un rebelde al hijo cuidadoso de una descuidada madre.
Ollie sonrió mientras miraba las polaroids del mismo hombre que descuidadamente comía un sandwitch sin corteza junto a la ventana de su apartamento, mirando la calle como si no tuviese una preocupación en el mundo, nuevamente bañado por la luz del atardecer. Definitivamente podía verlo ahora, ese rubio gruñón era lo mejor que le había podía pasar.