Panza llena, chipriota contento

[Monty Pontmercy]

Claramente la estaba tomando, por si no quedó claro por su disimulada pose para esconderse de enemigos potenciales por detrás de ella. La tomaba y la seguía tomando, al menos de los brazos, escondiéndose detrás de su espalda. Al pasar se dio cuenta que olía rico, su perfume era agradable.

"Parece que seremos una gran dupla, Eve Connelly." De hecho ya estaba pagando su servicio con pasteles de calabaza, aparentemente. Negocio redondo.

[Eve Conelly]

"Magnifique" dijo con una sonrisa. "Te haré llegar entonces las condiciones de servicio, el costo y los pormenores para cerrar el trato" añadió girándose para verlo. Al encararlo se dio cuenta de que su rostro quedaba mucho más cerca de lo que había pensado, lo cual la hizo paralizarse unos milisegundos antes de regresar rápidamente a la posición inicial. "Sí" dijo tratando de parecer tranquila. "Una excelente dupla. Monty & Conelly: gobernando Chipre contra cualquier enemigo. El Marqués y la guardaespaldas contra el mundo y la villanía" dijo, moviendo las manitas como mostrando un espectacular invisible.

Se quedó pensando unos instantes, reflexionando sobre su frase. "Oye, ¿eso quiere decir que tendré que mudarme a Chipre?" preguntó con detenimiento, mirándolo de reojo, sin atreverse a girar nuevamente hacia él.

[Monty Pontmercy]

Se alejó con media sonrisa, como intentando seguir el pensamiento de la chica, antes de volver a fijarse cuánto quedaba para llegar al final de la fila. Ahora ya habían pasado suficientes minutos como para que estuviese positivamente famélico y quizá tuviese que considerar en comerse una porción de su guardaespaldas.
...¿Sus labios, tal vez?

Torció la cabeza y luego negó, ya erguido y en su propio espacio personal. "oh, no. Estamos en Lancaster ahora." comentó con normalidad, quizá planteando un punto geografico para saber si ella estaba lo suficientemente cerca en el verano para ir a protegerlo entonces. Sólo faltaba una semana para entonces, si mal no recuerdo.

[Eve Conelly]

La rubia observó el proceso mental de su interlocutor con cuidado y atención. Le daba la impresión de que detrás de la ligereza de su humor, el chico escondía una vida interior bastante profunda, lo cual le interesaba muchísimo. Escuchó su sentencia y miró al techo, pensativa. "Muy bien" dijo tras una larga pausa en la cual manoteaba como haciendo cuentas. "Me da gusto. No sé cómo es el clima allá, y si hay humedad el cabello se me esponja muchísimo" rio. "No es que me vea mal" añadió. "Pero es incómodo, y mi campo de visión se reduce, ¿ves?" finalizó haciendo un ademán que mostraba la posible incompetencia en terreno hostil.

Finalmente quedaban sólo tres personas frente a ellos en la fila. Su estómago dio un prominente rugido de alegría al ver pronto el final de sus menesteres, pero la chica no pudo evitar pensar que el final de la fila sería el final de la conversación con su nuevo ¿amigo? Miró al suelo brevemente, decepcionada, para después mirarlo de frente. "Entonces, ¿qué vamos a pedir?"